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Corazón Serrano en el Estadio Nacional y a la conquista de México

¿Cómo Planea Edwin Guerrero Dar El Gran Salto? Nuestro líder De Nuestro Grupo Corazón Serrano que concentra aplausos en Ecuador, Bolivia, Colombia y Chile. ¿El próximo paso? México. ¿Hay fecha para un superevento en Lima?


En una entrevista exclusiva, Edwin Guerrero habla sobre Corazón Serrano y el camino que lo ha llevado a ser una de las orquestas de cumbia con mayor acogida en el Perú.

Un colibrí rojo metálico, grafías blancas y fondo cósmico. Entre consolas digitales y paneles acústicos, el logotipo de Corazón Serrano late con sincronía en las dos pantallas ubicadas detrás de Edwin Guerrero Neira, el líder de una orquesta que hace 29 años entonó cumbia sanjuanera para luego conseguir patrones musicales de encanto internacional.

En el abrigo de su estudio de grabación, el productor confiesa que a los 14 ansiaba ser Porfi Baloa, pianista y cabeza de Los Adolescentes: “Es un ídolo para mí”. En esa imagen, él vislumbraba un teclado y un público colosal al compás del soundtrack “Hoy aprendí”. Ahora, con 41 años, su hermano mayor y los fanáticos le recuerdan que está viviendo ese sueño, solo que con otro nombre.


Estudio de grabación de Corazón Serrano Pero la música no llegó a su norte gracias al salsero venezolano: lo hizo mucho antes, cuando los artistas ecuatorianos coreaban “Zapatitos blancos” y “Chamizas” a través de radio Cariamanga, la única emisora que la lejanía de Bellavista de Cachiaco —pueblo de Pacaipampa, Ayabaca, Piura— captaba. Edwin cantaba para acompañar los brindis de su padre y, sobre todo, para animarlo a bailar con su madre. “Me daba gusto. (...) Era una alegría de niños”. La primera etapa de su vida fue, entonces, el preludio de la fama actual, la misma que le ha permitido conocer a la descendencia —y en algunos casos a las voces— de quienes interpretaban aquellos temas.

Alcanzar el reconocimiento supuso sacrificios. Después de mudarse a la ciudad del eterno calor y dejar el frío y propiedades atrás, la familia Guerrero Neira apostó por el talento de los hijos: Lorenzo, Noemí y Edwin conformaron el primer conjunto. Sin embargo, cuando la única figura femenina decidió separarse, el foco apuntó a Yrma y Edita.

Los jovencísimos hermanos usaban, casi a modo de juego, las grabadoras de cassettes para sus primeros productos. “Íbamos a los parques a venderlos, pero no nos compraban los cassettes porque, en primer lugar, estaban grabados tan mal que más nos daban propina. (...) Comenzábamos a hacer giritas en las placitas de Sullana, Paita, Sechura y así sucesivamente hasta que llegamos a Los Portales”, cuenta el también vocalista. Los Portales era un local concurrido por montereños, jilileños y demás pobladores de los distritos de Ayabaca que se habían mudado al seno urbano. Esta audiencia fue quien preguntó el costo de presentaciones privadas: “¿Cuánto me cobra Corazón Serrano por tocar en el cumpleaños de mi papá?”. La acogida arrancaba.


De izquierda a derecha: Marco Córdova (teclado), Julio Garavito (animador), el pequeño Edwin Guerrero, Lorenzo Guerrero (guitarra) e Yrma Guerrero.

Para que ese éxito incipiente resista la fuerza del nuevo siglo necesitó de la guía tanto técnica como anímica de Edwin. Él ahora se presta de su instinto, del aliento del equipo y también de las cifras de YouTube, Spotify y casas radiales para direccionar cada letra en el mercado musical.

¿Cómo se da cuenta de que está frente a un producto que es oro en bruto? Canción o cantante.

Siempre nos dejamos guiar por el oído primero y por el corazón. Si hablamos de un cantante, cuando hacemos casting ni vemos, solo escuchamos y, a la hora que la voz nos llama la atención y nos mueve, esa es. (...) En cuestión de la música pasa lo mismo: la escuchamos. Siempre la traen con maqueta, una voz, una guitarra quizás. La convierto en el estudio a nuestro estilo. —Es una visión… —Sí, es un riesgo porque de 10 canciones que grabamos no pegan 10, pegan tres, cuatro… Que pegue una, esa jala al resto. Es una visión, pero más que todo es un sentir: si nos llama algo, eso es. —Corazón Serrano es una orquesta que trabaja con varios ritmos, ¿cómo encuentra la correspondencia exacta para cada público? —Primero no lo sé (risa). Ahora es fácil ver las estadísticas y uno se da cuenta dónde están escuchando: el sanjuanito pega para el norte, la cumbia un poco más lenta y sentimental es para el sur. (...) También hemos hecho merengue, que pega bastante para la costa. Afortunadamente, tenemos un mercado amplio, tratamos de variar.

La canción “Vida ya no es vida” tiene más de 60 millones de reproducciones en YouTube, ¿en qué momento decidió interpretarla usted y no una de las chicas del grupo? —Me la dio mi hermano Leo. “Haz esta canción porque está bien bonita”. Escuché la versión y también la original de Bolivia (...), vi que la canción era para un hombre. Nosotros estábamos haciendo un casting de hombres y mujeres, quedaron tres participantes, los hice grabar esa canción y a mis hermanos, que analizan aquí en el estudio, no les gustó; me dijeron: “Cántala tú”. Al final no encontramos la voz masculina y tuvo que quedar con mi voz. (...) Hay una parte alta en el coro, yo no doy ese tono. Tuve que decirles a las chicas que lo hagan ellas.


Debe haber alguna canción a la que le guarde mayor aprecio, tal vez por un vínculo más personal en el camino. —“Amarte ha sido en vano” pega mucho en Ecuador, en Bolivia y en el sur de Perú. (...) Llamé a un amigo para que me ayudara con las letras, soy malo con las letras. No apostó nadie en el equipo ni las radios ni videoclip le hicimos, nada; fue como para rellenar una producción musical de 12 canciones. Y, de pronto, alguien la grabó cuando fuimos a un canal de televisión, luego nos dimos cuenta de que ya tenía 74 millones de reproducciones. Me sorprendió y cuando la tocamos por primera vez en Bolivia en un evento grande, esa canción era el boom. (...) Uno se pone sentimental, pero es bonito escuchar a la gente cantar lo que uno siente.

Si bien el conjunto artístico acumula una alta recepción en Chile, Ecuador, Bolivia y, en la agenda más cercana —en febrero— hay una presentación en Pasto, Colombia, el próximo paso de la banda piurana es México. “México es demasiado grande, demasiado grande, que tenemos que llevarlo con pinzas. No queremos entrar y que nos escuchen mal. (...) Queremos pegar en Sudamérica y Centroamérica”, aclara Edwin luego de enlistar otros problemas mayores al miedo y que alguna vez fisuraron la senda.

—Sí, es un sueño. Siempre lo estamos pensando. ¿Cuándo lo hacemos? Nos da miedo. Así estamos, es un sueño, es un desafío: tocar, de repente no, pero llenarlo… ese es el verdadero sueño. (...) Ahí sí me pongo a llorar (risas). Creo que el otro año estamos viéndolo para que sea sí o sí.

—Sí, es un sueño. Siempre lo estamos pensando. ¿Cuándo lo hacemos? Nos da miedo. Así estamos, es un sueño, es un desafío: tocar, de repente no, pero llenarlo… ese es el verdadero sueño. (...) Ahí sí me pongo a llorar (risas). Creo que el otro año estamos viéndolo para que sea sí o sí.El director evita halagar su trabajo y emplea el diminutivo para distinguir los logros mayúsculos de la empresa musical. Cada expresión esconde una cordialidad que combina con la única afirmación acerca de su papel protagónico en la tutela de Corazón Serrano: “Los trato siempre como amigos”.

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